Viendo como
unos amigos con delirios de intelectuales jugaban una partida de ajedrez, me di
cuenta que la relación que puede existir entre el tablero y mi ciudad puede ir
mas allá de ser un simple espacio donde se desata infinitos combates.
Vivimos en lugar
donde competir es casi una necesidad, desde pequeños los mismos colegios nos
inculcan el ser competentes, en ganar y darlo todo hasta lograrlo, pasando por
encima del que sea cual caballo de ajedrez desbocado; es más, si llegamos a la comparación entre
piezas y humanos, es muy sencillo entender que las fichas no son más que el
reflejo de una comunidad, de un pueblo;
que desde el punto de vista de cada individuo, intenta sobrevivir y
ganar valiéndose de sus jugadas por diminutas que sean. Estamos movidos al
igual que las piezas, por unas manos indecisas que busca controlar nuestras
vidas, por un rey que no es más que una marioneta de los verdaderos jerarcas,
por una fuerza bruta y absurda que se les otorga a los que supuesta mente nos
deberían cuidar; estamos sumergidos en la desigualdad de la sociedad donde
creemos que un padre nuestro nos puede salvar, estamos destinados a pelear
entre tantas leyes absurdas que nos imponen los seudo jerarcas terminado por
untarnos de la misma miseria…
Nos dividen como objetos que se puede
distinguir por su color, como bandos de
un juego de ajedrez, o eres de izquierda o de derecha, liberal o conservador,
rico o pobre, eres amigo o enemigo pero
no las dos, de nosotros o de los otros, estamos obligados a pelear con el otro simplemente por pensar diferente y del
mismo modo también en ser encasillados basándose en definiciones estúpidas, simplemente
se nos ordenó sobrevivir en la vida a la espera de poder lograr el jaque maque,
o en el peor de los casos ser matado. Mientras intento coronar esta partida,
será continuar mirando detenidamente como mis amigos siguen queriendo ganar el
juego, cada uno desde su posición más vengativa sacando ese dios controlador
que todos llevamos adentro; si aún no lo cree pues invitados a que vean una
obra de teatro llamada jaque mate donde va a poder evidenciar esta realidad y
donde probablemente se va a poder identificar con alguna pieza que le dará
ideas para que salga planeando su próxima jugada.
Jhon
Androide
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