Pepito, don Pepito Bandolero, así era su nombre en el
chat, según él tenía 17 años, vivía en Keneddy y era mesero. Lo conocí por
medio del chat en su búsqueda desesperada de amor; después del suceso terrible
en el motel el signe dorado, digo terrible porque que lo dejen a uno con el
miembro parado, sí que es terrible; nunca más volví a tener contacto con él, lo
veía a diario pero nunca más me le acerque, pasaron varios meses y el seguía
buscando su “príncipe naranja” él decía que su príncipe naranja debería ser con
una belleza abstracta que fuera tan feo, que no corriera el riesgo de que se lo
quitaran, que fuera inteligente pero que no opacara sus ideas, y que fuera
fuerte para tener un buen sexo sin obstáculos…
Nando y el HippiePunk que no tenía un nombre, se
siguieron viendo, creo que se volvieron novios y duraron como 2 meses; luego no
sé qué paso, todo se acabó, siguieron tocando guitarra y bailando Ska en medio
del humo con papelitos debajo de la lengua, corriéndole a los policías y
comiendo tortas y chocolates con la hierba de la felicidad, el caso es que aún seguían relajados, como
si no hubiese pasado nada. No sé si yo
sea anticuado o el muy liberal, o las dos cosas; pero yo no hubiera sido capaz
de ocultarlo ante todos los parceros, pero ellos sin embargo eran tan frescos
que Dante soportaba que Nando besara a otras chicas, a otros perros de dos y cuatro patas, mi Dante era
tranquilo, el se conformaba con robarle los picos al bareto, con besar la
boquilla del ginebra mientras sonaba Polikarpa y sus Viciosas de fondo.