No lograba sacarme a Camilo de la cabeza, todo
lo que me estaba pasando era una clara evidencia de que me estaba volviendo
loco… es que nunca me había pasado algo así, estar sufriendo por alguien, estar
pensando a cada rato en la misma persona, estar viviendo sintiéndose culpable
con un montón de preguntas, además de una responsabilidad terrible al tener al
tener esto para mí y sin una conclusión ¿Cómo podría yo darle fin a esto? Si a
duras penas terminaba de ver mi serie favorita, ¿yo que soy el más pésimo en
esto de los finales? ¿Podrá esto tener un final feliz?
Me estaban pasando muchas cosas, muchas
historias, como a las que Camilo le encantaba escribir, eran así como con un
tinte de morbo, de música, de fuerza, de pasión, de esa historias que el sabia
adornar de tal manera que una las leyera y no quisiera parar, como haciendo el
amor… Me estaban pasando tantas cosas de momento, que ni me quedaba tiempo de
escribir, es que estaba la opción de salir a vivir las historias en carne
propia o quedarse en casa para escribirlas, ahí también entendí que mientras yo
estaba viviendo las historias él estaba ahí, concentrado, sin perder detalle
para luego poder escribirlas. Yo sé que esta le hubiera encantado…
¿Recuerdan a Brayan? El barrista de “Verde
Stripper o verde policía” me lo volví a encontrar, quien creería que esa
historia pudiera continuar después de tanto tiempo ¿cinco, seis años? Me
recordó de una apenas me vio, y eso que yo ya estaba más grande, más cambiado,
el si seguía igualito, con la misma camiseta verde, con el mismo motiladito de
niño play, con los mismos músculos de bailarín, uno que otro tatuaje nuevo
hacia la diferencia, bueno y las cicatrices también. Por ahí empezamos, me
contó que seguía yendo al estadio sin falta, que ya no era stripper porque se
había vuelto sicario, yo me lo iba imaginado así como en la película, me contó
que tenía mujer y un montón de hijos regados por todas partes, que había estado
en la cárcel por matar a un man, que lo habían declarado inocente, pero que el
si había sido… Por alguna extraña razón escuchar eso se me hacia excitante, de
verdad era como estar hablando con el mismísimos Alexis, el de la Virgen de los
Sicarios, por primera vez entendía a las grillas del barrio cuando se sentían
como atraídas por los malandros, el caso es que fue cogiendo confianza y me
empezó a contar muchas historias así por el estilo, yo sé que a Camilo le
hubiera encantado conocer la continuación, la segunda parte, ¿Quién lo
pensaría?.
Nos fuimos para un mirador hermoso de la
ciudad, de verdad que esa ciudad era un pañuelo… Es que volvernos a encontrar
habiendo tanta gente, volvernos a mirar fijamente y comprobar que tanto
habíamos aprendido. Mientras él me contaba en el oído esa historias sangrientas
yo le daba besitos y le respondía con algo poético como balancear el asunto, él
me decía que soñaba mucho con los muertos, pero yo le decía que ya no volvería
a soñar con eso, porque ahora soñaría siempre conmigo, él decía que mucha gente
lo estaba buscando para matarlo, pero yo le decía que también había muchas
personas buscándolo para amarlo, todos sus exclientes del bar. Así entre una
cosa y la otra, terminamos viendo las estrellas, teniendo el mejor sexo que jamás
había tenido, nos sentimos tan deseados, que en idilio del momento terminamos
jurando un montón de maricadas, se nos había olvidado que él vivía con la
mujer, se nos había olvidado que lo querían matar, hasta ingratamente se me
había olvidado la inexistencia de Camilo.
Quedamos en vernos cada viernes en el
centro comercial que quedaba al frente del estadio, todo parecía color de rosa,
¿sabes qué? si llego el próximo viernes… Y yo si fui, pero me arrepentí después
y preferí verlo desde lejos, ahí estaba, mostrando todos sus tatuajes del
brazo, presumiendo sus meses en el gym como siempre; me quede viéndolo como
media hora, con un montón de ideas sueltas rondándome, intentando pensar con
cabeza fría en cada uno de sus hijos, de sus mujeres, de sus muertos, con una
frase como contramarcada y en mayúscula “CARAMELO REPETIDO NO LLENA EL ÁLBUM”
finalmente el me la había enseñado varios años atrás y era el momento de
aplicarla, se me hacia difícil porque en verdad había logrado hacerme feliz… despejarme
por un corto tiempo, pero yo sabía que las cosas con el eran prácticamente imposibles
y que ese idilio sería tan corto como sus historias; sin mente como la barbies decidí
enterrarlo de esta manera… Convirtiéndolo en una historia, otro que ya no era más
que un título, un recuerdo, un pasado que se iba quedando ahí en el primer piso
del centro comercial y entre estas cuantas líneas.
