lunes, 27 de noviembre de 2017

La Primera Vez que Ame a un Guevon "Sin Titulo y Casi que Sin Autor"

La primera vez que me enamore tenía 11 años, era un chico como de 20 años el que me tenía loco, él vivía solo en el apartamento del frente de mi casa, yo me despertaba antes de las 5:30 a.m. para verlo por la ventana antes de irse a trabajar, me imaginaba abrazándolo y durmiendo con él, porque mi cabeza de niño no me permitía imaginarme más, era algo inocente sin el más mínimo morbo, ni siquiera yo sabía eso de homosexualidad, solo me importaba sentarme a verlo salir y entrar de su casa. Escribía cartas sin nombre pero todas eran para él, me daba rabia cuando lo veía con chicas bonitas, le pegaba corazones en la puerta de su apartamento y luego miraba cuando los quitaba y los botaba, yo guardaba la esperanza de que uno de esos corazones se le quedara pegado del cuerpo y así de alguna manera estar más cerquita de él.
Un día estaba pegándole calcomanías en su puerta, cuando lo vi llegar en un taxi, estaba como enguayabado, tenía una camiseta de Ramones y gafas oscuras; yo me quede mirándolo como anonadado, ¡no sabía que hacer! Él se quedó mirándome las manos llenas de stikers y me pillo, vio que yo era el loco que llenaba su puerta de estúpidos corazones, se sonrió pícaramente, arranco el corazón que yo había acabado de pegar en su puerta y me lo entrego rasgado, yo no sabía que pensar… Pase varias semanas encerrado en casa de la abuela para que él no me viera, yo siendo un infante inmaduro sufría sin poderle dar conclusión a todo eso que estaba sintiendo. Cuando llegue de donde la abuela a mi casa, vi un camión de mudanzas al frente, él estaba ahí, sudado, apresurado, concentrado y yo ahí, sin poder entender como siempre esas cosas de mayores.
Él finalmente se fue, el tiempo paso, yo crecí, me interese por otras personas y hasta creí haber olvidado aquel muchacho que siempre supe quién era pero no como se llamaba, queme las cartas ridículas que había escrito, decidí ya siendo un adolescente rebelde borrarlo de mi cabeza porque simplemente de me daba la reverenda gana… Pero aunque yo quise haberle dado fin a esta historia, el destino no. 
Habían pasado 9 años, era 24 de Diciembre y yo estaba como de costumbre en el Jingle Bell Rock Party, había un chico mirándome fijamente hacia un buen rato y yo continuaba bailando solo en la pista de baile, el seguía mirándome y no le importaba que nuestras miradas se cruzaran de vez en cuando, no me quitaba la mirada de encima; yo ya no quería que me mirara más, así que me le acerque y le dije que mirara a otro más raro, él me dijo que sentía que me había visto en alguna parte pero no fue muy concreto, me invito a una cerveza como para calmarme un poco y me seguía mirando fijamente. La noche se nos pasó hablando maricadas de la vida, me hacía trucos de magia que salían perfectos para mi estado de ebriedad y hasta me lanzo fuego por la boca como para sorprenderme. Ya era el amanecer, habíamos tenido una noche perfecta pero aun no sabíamos ni de nombres, ni de edades, ni de procedencias; yo solo sabía que él era un mago tirador de fuego interesante y el de mí, que era un chico solitario bailarín que había visto en algún momento de su vida.

Llego el momento en que decidimos presentarnos, le causo mucha gracia mi apodo “Dante Miserias”, el como para que yo le creyera todo, me mostro su cedula, y efectivamente era modelo 82, leí su nombre y su estatura detenidamente, Juan David Villa 1.78 cm, mire la foto fijamente y  me encontré con que era el, el que me hacía madrugar cuando  era niño, que era él el que había sacado mis sentimiento más puros y sinceros, el que había sido mi inspiración y mi dolor. Obviamente le recordé lo de los corazones en la puerta, él se reía mientras recordaba y me decía que mis ojos no eran fáciles de olvidar; nos besamos apreciando el amanecer, recordamos, aclaramos, vivimos y al final nos despedimos, él me dijo que quería mi contacto para que siguiéramos hablando, pero yo le dije que tal vez era momento de darle fin a esa historia tan larga, él me dijo que su corazón sentía cosas raras, pero yo en un vil acto de venganza, lo deje ahí parado solo, mirándome perplejo e inentendible, así como él una vez rasgo mis corazones de papel, yo hoy rasgaba desde lo más profundo y con todas las fuerzas de mi alma, su corazón para ver si al fin entendía la fuerza del amor.

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