Ese día
todo había
comenzado bien, me había
levantado a la hora perfecta, estaba cayendo granizos y yo estaba ahí
presente para observar aquel fenómeno
que ocurría
muy pocas veces en la ciudad.
Como todo lo relacionaba con augurios, ese día decidí pensar que todo estaba perfecto, hasta san Antonio estaba dispuesto a darme un novio; guardaba la esperanza de que al salir encontraría alguien con quien cantar canciones de the beatles, alguien con quien tomar Clan Macgregor hasta que el sol del amanecer nos desesperara.
Ese día me puse la gargantilla de taches, porque sentía que cuando la usaba la gente me miraba un poquito más, me puse la chaqueta de cuero que había heredado Spenser y salí en busca de algo de diversión. Cuando llegue al lugar en el cual encontraría un amor, sentí que había llegado al lugar perfecto, estaba rodeado de roqueros a la espera de su banda favorita, todos tomaban pola y fumaban de vez en cuando como para calmar los nervios antes de ver su esperado concierto; eran mas de mil personas, yo estaba feliz porque estaba seguro que entre esas mil cabezas estaría el borracho drogadicto que a partir de hoy descalabraría mis días.

Me senté al frente de la
tarima a saborear unos sorbos de mezcal, estaba atento y abierto ante cualquier
persona que quisiera entablar una conversación con migo, estaba ya más
que predispuesto, hasta que un vendedor de "bolis chimbitas" se acercó,
quiso intentar vender con una estrategia de mercadeo muy pobre y
obviamente no le compre; el siguió su recorrido con su terrible forma
de vender, con su horrible sonrisa de "cómprame un bolis
chimbita" como si no se diera cuenta de que estaba espantando todos
los clientes; definitivamente el de los bolis chimbitas no era el amor de mi
vida...
Habían pasado como una o dos horas, ya
mi mezcal se había acabado, es que había dado sorbos muy rápidos, uno cada
vez que pasaba un chico interesante y es que en un concierto de Sui Generis la
gente suele ser interesante; decidí continuar con varias cervezas, ya el cielo
me daba vueltas y cada vez pensaba con más seguridad que el amor de mi vida
estaba a punto de pisarme los dedos de la mano, así que decidí ponerme en
una posición en la que nadie pudiera pisarme los dedos. Mire entre
mis gafas de peace and love que los rayos del sol estaban saliendo nuevamente,
no falto el religioso que hizo su aporte a mi alrededor "lloviendo Y
haciendo sol, son las gracias del señor" y estaba por creerlo, un arco
iris se empezaba a dejar ver imponente, colorido, reluciente... Y yo esperando
el amor de mi vida; de repente un chico que estaba con otro chico más que
acaramelado me pidió encendedor, yo ni le mire muy bien la cara porque tenía
muy claro que las cosas ajenas se respetaban, pero fue él el que me irrespeto a
mi cuando aprovecho a que su chico se paró al baño para dejar salir todos sus
piropos, tal vez estaba más drogado y ebrio que yo, la cuestión es que sentía
que era mi horma del zapato y sin pensarlo dos veces decidimos perdernos de
su exnovio entre la multitud y como si Charly García entendiera que
ya estábamos listos para ver su concierto, empezó tocando una de mis
favoritas, se la cante al chico que había acabado de conocer y al finalizar la
canción me respondió, que tal vez era el quien podía poner tachuelas en mis
zapatos para recordarme que voy caminando y que se arriesgaría a cocinar guisos
de madre y postres de abuela, sonreí, me beso entre codazos de gente eufórica y
se presento.... Jefferson, se llamaba Jefferson y aunque su nombre no era tan
atractivo, el si y sentía que me había acabado de envenenar con su beso, es que
sabía a alcohol etílico con frutiño, sus besos me embriagaban y me hacían caer
rendido en sus brazos.... Sonaron todas mis favoritas en medio del idilio, el
chico con quien inicialmente estaba mi Jefferson nos pillo con cara de
enamorados, era triste que empañara mi encuadre porque mientras yo estaba
disfrutando el aliento de Jef, él estaba hundido en la melancolía mientras las
piedras rasguñaban.
El concierto termino, ya estaba cayendo el sol y la luna se empezaba a mostrar
imponente, nos dio tiempo de regalarnos la luna y como si el cielo o tal vez
san Jose entendiera que ya había acabado el concierto, empezó una lluvia incesante,
que para mi concepto enmarcaba perfecta la situación.
Caminamos a un bar de salsa que estaba algo cerca, entramos y estaba Michael un
pelado con el que había salido en algún momento, estaba sonando una canción de Rubén
Blades que casi todos en el bar se sabían, mi chico, porque ya Jef era mi
chico, me la cantaba al oído; Michael la cantaba con los ojos cerrados, hasta
que una chica lo interrumpió. Era inevitable no mirar por lo menos un minuto a
Mick al chico con el que había tenido sexo desenfrenado, de repente se le
acerco una chica con la que yo había tenido un par de discusiones, lo que me hacía
pensar que las promesas que un día Mick me había hecho eran falsas y que jamás
la había dejado. Volví a interesarme más por mi chico, Jef que cantaba con voz
de punquero canciones sabrosas de la fania all star.
No paso mucho tiempo para que Mick se percatara de mi presencia, y obvio la
de Jeff; un cruce de miradas, la nena aquella me miraba con desagrado, yo
entendía que el odio era mutuo; así que para no dañar la perfección del día
ahora noche, preferí salir de aquel bar con mi chico, a uno que tuviera más
actitud... Como libido, aquel lugar donde baile y vomite tantas veces seria el
lugar perfecto para consumar este nuevo amor.
Caminábamos abrazados a la disco, sus besos me fascinaban y más cuando sentía
las puntas de su pircing chuzando mi mentón, la lluvia no cesaba, estábamos
mojados pero irónicamente calientitos, la cresta de Jef estaba ya caída a un
lado, el betún de su peinado ensuciaba mi chaqueta heredada pero no me
importaba, estaba feliz y esta vez no había usado la gargantilla en
vano. Caminamos un par de cuadras hasta que un par de hombres nos
abordaron, nos pidieron cigarros y Jef con toda la frescura del mundo les
regalo uno de sus Piel Roja, continuamos caminando y me garro de la mano,
nos dimos otro par de beso, es que era genial besarnos bajo la lluvia, era como
ser los protagonistas de uno de esos Chick flick hollywoodenses; los miserables
que estaban de fondo prendiendo el Piel Roja que mi Jef les había
dado, como que no resistieron la presencia de tanto amor... Ahí, en ese momento
sacaron un revolver y como si les produjera asco un apasionado beso de amor,
dispararon y aprovechando la soledad de las calles lluviosas, remataron a mi
Jef en el pavimento, gritando, como dando una justificación "¡por
cacorros!". Se esfumaron de momento, quedamos mi Jef y yo a solas,
en medio de una ciudad mojada y fría, de lejos el sonido de una ambulancia,
pero mi Jef ya estaba en otra dimensión...

Cante, baile, quite, defraude, bese,
enamore, abrace, ame, fume, camine y llore; en el día en el que había usado mi
gargantilla favorita, en el que los granizos habían sido testigos de mi loco
deseo de amar, en el que mi banda favorita sonaba en el escenario, en el que
hasta el arco iris había sido cómplice, ese día fue en el que al fin
entendí que yo no estaba echo para amar.
Dante Miseria.